
Lionel Tiger en su libro “Optimism: The biology of Hope” habla de una posible explicación. Aunque realmente somos expertos en buscar patrones, aunque no tengan sentido. Por lo que diremos que es solo, una posible explicación. Puede que usted tenga otra más convincente. En él, habla del proceso que siguió la especie humana al convertirse en cazadores. Estos a menudo sufrían heridas letales y acababan muriendo. Si hubieran asociado cazar simplemente con sentimientos negativos, y no hubieran seguido intentándolo habríamos terminado extinguiéndonos como especie. Por lo que aquellos que desarrollaron un sentimiento optimista se adaptaron mejor al ambiente y generando un avance evolutivo por esta vía. El sentido del optimismo es fruto de una adaptación biológica, según este autor. Desde luego, hay que ser muy optimista para enfrentarse a un león o una fiera similar. Hablando desde el punto de vista biológico defiende la idea de que el hecho de que al producirse una herida se liberen endorfinas (produciendo un efecto analgésico y un sentimiento de euforia, algo muy optimista si se tiene en cuenta el estado de quien experimenta estos sentimientos) es consecuencia de la adaptación biológica. ¿Casualidad o diseño que dirían otros? En cualquier caso esto reforzaría la tendencia a seguir cazando en el futuro.
Aquellos que desarrollaron un sentimiento optimista se adaptaron mejor al ambiente
Cacemos o no, el optimismo es la mejor estrategia para la vida. Estudios demuestran como aquellos que son así viven más y mejor (S.E. Taylor y J. Brown “Illusion and Well- Being: A Social Psychological Perspective on Mental Health”).
¿Qué consecuencias puede tener esto cuando tomamos decisiones de inversión? Veamos un claro ejemplo con los auditores, quienes su análisis determinan la valoración de una empresa. En el artículo “Auditor Independence, conflict of interest and unconscious of bias” se utilizó a 139 auditores a los cuales se les dio para analizar cinco casos de estudio. Se les dijo que cada caso era independiente y tendrían que analizar algunos aspectos controvertidos de la contabilidad. ¿Dónde estaba la diferencia? En cada caso se les decía que en ese supuesto en concreto trabajarían para la misma empresa a la que hacían la auditoria o bien, trabajaban como auditores externos para un inversor. ¿Cuál fue el resultado? Los auditores a los que se dijo que estaban trabajando para la empresa mostraron más de un 31% de probabilidad de aceptar movimientos contables dudosos frente a aquellos que se les dijo que trabajaban para un inversor externo. Somos demasiado optimistas cuando estamos involucrados en el proceso. ¿Puede imaginarse el daño que nos puede hacer eso?
Los auditores a los que se dijo que estaban trabajando para la empresa mostraron más de un 31% de probabilidad de aceptar movimientos contables dudosos
Las mayores pérdidas vienen por invertir en los peores activos en los mejores momentos
Las mayores pérdidas vienen por invertir en los peores activos en los mejores momentos. Tendemos a creernos todo, especialmente cuando todos lo hacen. Seguro que se ve reflejado en esta situación.
¿Cómo podemos vencer esta situación? Convertirnos en clínicamente deprimidos.
Cuando nuestro nivel de escepticismo es alto vemos la realidad bajo las gafas de la realidad, pudiendo tomar las decisiones de una forma más fría y analítica.
¿Cómo podemos vencer esta situación? Convertirnos en clínicamente deprimidos. Alguien optimista pensará que tiene el control de todas y cada una de las situaciones que se presenten en el mercado. Un gran error. Pensemos en un estudio presentado por L.B. Alloy y L.Y. Abramson en el que una luz se encendía el 75% de las veces que se pulsaba un interruptor y el 75% de las veces cuando no se encendía. Cuando se preguntaba a la gente si pensaban que tenían algún control, sobre la luz que se encendía, la mayoría de las personas contestaban que tenían sin duda un alto grado de control sobre la luz. No obstante, las personas clínicamente deprimidas contestaban que no tenían en absoluto ningún control. Esto nos puede enseñar algo. Si somos demasiado optimistas podemos pensar que tenemos el control sobre sucesos aleatorios cuando en realidad no es así. Por el contrario, cuando nuestro nivel de escepticismo es alto vemos la realidad bajo las gafas de la realidad, pudiendo tomar las decisiones de una forma más fría y analítica. Es por esto que antes de abrir una posición debería pensar ¿de verdad merece la pena abrir una posición? Una persona deprimida no tiene iniciativa. Esta es la actitud correcta cuando se invierte en bolsa. La mayoría de las personas están predispuestas a comprar o vender en cualquier momento, realizándose por su optimismo desmesurado la pregunta contraria ¿por qué no debería abrir una posición? Finalmente encuentran lo que buscan, pero con resultados diferentes a los esperados. Abren una posición pero con recogiendo pérdidas. Recuerde, lo más negativo del trading es ser demasiado positivo.

